Extraído de una entrevista de CNN
![]() | Los adictos siempre están preocupados por conquistar a alguien, pasar a buscar a alguien o regresar a casa antes que sus esposas para ver porno. | |
Robert Weiss, trabajador social y fundador del Sexual Recovery Institute. | ![]() |
CNN — Jack Rogers, de 49 años, explica que su adicción al sexo empezó a los 16 años. “Tenía sexo durante horas y horas, y luego veía pornografía”, recuerda. “El sexo era mi objetivo de tiempo completo”.
Mientras algunos jóvenes fanfarronean acerca de sus conquistas sexuales, Roger hacía todo lo contrario. Mantenía su vida sexual en secreto, buscaba chicas que no iban a su escuela secundaria. Según él, nadie sospechaba.
“Me eligieron presidente de la escuela”, cuenta. “Me tenían en buena estima. Conseguí una beca para la Universidad de Washington. Si me hubieras conocido entonces, hubieras pensado: ‘quiero darle a este chico una beca’”.
En la universidad, siguió obsesionado con el sexo. “El día en que el volcán Saint Helen entró en erupción, todo el mundo hablaba sobre ello. Yo ni siquiera me enteré de lo que había ocurrido porque tuve relaciones sexuales durante todo el día,” recuerda.
Nunca fue fiel a ninguna de sus novias, y, aunque se casó a los 25 años, en ningún momento fue fiel a su esposa. “Tenía aventuras mientras estábamos comprometidos”, dice.
Su búsqueda de sexo empezaba a las cuatro de la mañana, cuando se levantaba para contactar con las mujeres que veía en la costa Este. El resto del día lo pasaba trazando planes para sus actividades sexuales.
Algunas de las mujeres con las que tenía relaciones eran colegas. Otras, prostitutas o mujeres que se encontraba por casualidad. “Podía conocer a una mujer en el elevador y tener relaciones con ella en su departamento dos días después”, explica. “Tenía la intuición, por la cantidad o el tipo de contacto sexual, que esa persona estaba abierta a la idea.”
Explica que habitualmente tenía dos o tres aventuras al mismo tiempo, pero no le proporcionaban placer. “Quería parar y no podía”, dice. “Me sentía un desgraciado. Era una vida horrible”.
Cómo saber si eres adicto al sexo
Jay Parker, orientador en adicciones y director de un programa para adictos al sexo en Redmond, Washington, llamado No more secrets (no más secretos), explica que tener un gran interés en el sexo no significa ser un adicto.
“Es el mismo caso que con el alcohol. ..........
.....No todos los que son detenidos por conducir en estado de embriaguez son alcohólicos”,
dice. “Hay personas que tienen errores de juicio, pero no son adictos”.
Dicho esto, ¿cómo se puede saber cuando se cruza la línea de la adicción?
Según la Sociedad para la Promoción de la Salud Sexual, de los Estados Unidos, entre 3 y 5 % de esa población entra en la categoría de adictos al sexo.
Sin embargo, es importante decir que el Manual oficial de diagnósticos psiquiátricos, no incluye un diagnóstico para la adicción sexual. Algunos terapeutas, como Craig Fabrikant, psicólogo clínico del Hackensack University Medical Center, incluso duda de que exista tal enfermedad.
“Creo que se trata más de un hábito que de una adicción”, dice.
“Lo clasificaría como un desorden obsesivo-compulsivo, es decir, más como una obsesión o una compulsión que como una adicción”.
Pero dejando a un lado los argumentos profesionales, Fabrikant coincide en que las personas -como Rogers- que son infelices o disfuncionales porque sus vidas sexuales están fuera de control, necesitan ayuda profesional, y para ello el primer paso es reconocer que tienen un problema.
Algunos signos generales que te ayudarán a saber si has pasado de un interés sexual sano a una adicción o compulsión sexual:
1. Mientes
Según Parker, el orientador para adicciones sexuales, esta es la primera señal de que has pasado los límites: inventar historias para conseguir sexo.
2. El sexo te consume
Si el sexo domina tu vida, tienes un problema, dice Robert Weiss, trabajador social y fundador del Sexual Recovery Institute. Afirma que los adictos “siempre están preocupados por conquistar a alguien, pasar a buscar a alguien o regresar a casa antes que sus esposas para ver porno”.
3. Tienes amenazas de divorcio, muerte, despido o arresto.
Si continúas tus actividades sexuales incluso bajo éstas advertencias, eres un adicto, afirma Parker. “No les importan las consecuencias”, añade Weiss. “Piensan, ‘podría arruinar mi vida, pero voy a continuar haciéndolo’”.
4. Te interesa mucho la pornografía.
“La pornografía no puede ser exagerada”, dice Parker. “Si alguien tiene relaciones sexuales con tres mujeres en una semana, puedo asegurar que le encanta la pornografía”.
5. Quieres parar y no puedes.
La adicción sexual se define por una pérdida de control, dice Weiss. “Yo estaba completamente fuera de control, intentaba parar y no podía”, afirma Roger.
Hace cinco años, cuando ya estaba desesperado, Roger confesó su adicción a su esposa e ingresó en un hospital para seguir un tratamiento mensual que le impedía tener orgasmos solo o acompañado. Al abandonar el centro, continuó con el tratamiento, y no ha vuelto a engañar a su esposa.
Durante el tratamiento no se le permitía llevar a cabo ninguna actividad sexual ni ver pornografía. También se sometió a lo que él llamaba un “psicodrama”, en el que repasaba situaciones del pasado que le pudieron haber llevado a su adicción, como haber sufrido abusos sexuales repetidamente a los siete años por un vecino mayor que él.
En otras sesiones, los orientadores le ayudaron a entender la repercusión que había tenido en su esposa e hijos, las mujeres con quien se había relacionado y sus familias.
Su esposa se unió al programa durante dos días. Le leyó su “carta revelación”, en la que describía sus actividades sexuales durante los veinte años anteriores.
“Sabía de la pornografía y la masturbación, pero no de las aventuras o las prostitutas”, dice. “Para ella fue muy difícil recibir esta información, tan sólo el número de mujeres con que había estado era abrumador”.
Durante la última semana del tratamiento, Roger y sus doctores imaginaron cómo sería su vida en casa después de la recuperación. Hoy visita a un orientador y asiste a un programa de recuperación en 12 pasos. “En los 365 días después del tratamiento, fui a 523 reuniones”, cuenta.
Al principio de su recuperación vio pornografía en Internet en algunas ocasiones, pero instaló un software en su computadora que alertaba a su esposa y a su terapeuta en su grupo de apoyo, y dejó de hacerlo.
De manera gradual, dice Roger, aprendió cómo tener una vida sexual sana con su esposa. “Eso es lo que queremos”, dice Parker.
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