sábado, 2 de enero de 2016

Ponga atención a su lenguaje y mejore sus emociones y sus interacciones


Por: Pedro Reyes Mispireta

¿Quiere mejorar su vida? Ponga atención a su lenguaje. ¿Quiere sentirse mejor y tener mejores emociones, más sanas y constructivas? Ponga cuidado a sus palabras, incluso si sólo las dice para usted mismo. ¿Quiere mejorar sus relaciones interpersonales? Piense bien sus conversaciones antes de tenerlas. ¿Quiere tener calma en su hogar y trabajo? Tenga mucha cuidado con lo que dice y en cómo lo dice.
Las emociones y nuestras interacciones tienen mucho que ver con nuestro lenguaje. Mucho más de lo uno puede pensar a simple vista. Espero explicárselo detalladamente en las siguientes líneas.
El lenguaje crea realidades
Si tiene una llamada de un amigo y le dice que lo espera en un café en una hora y usted acepta, es muy seguro que muchas personas lo verán con su amigo en el café en esa hora pactada, salvo, obviamente, una emergencia. El caso es que ambos, a través de su habla, han creado un futuro, una realidad. Sin esa comunicación usted y su amigo habrían pasado la tarde de otra manera. Muy simple, verdad. Medítelo bien, se ha generado un evento usando palabras. El lenguaje crea realidades.
Su pareja y usted se están preparando para ir a una reunión, usted está listo y le dice a su pareja ¨¿Por qué te demoras tanto?¨ Usted ya determinó que su pareja esta demasiado demorada. Esa palabra cambia toda la situación, la interpreta de una específica manera. Las interacciones entre usted y su cónyuge, al menos esa noche, estarán girando alrededor de esa calificación. Imposible borrarlo.
Si su hijo le lleva un trabajo a su profesora y ella expresa que es mediocre, el impacto de esa palabra determina una realidad difícil de modificar. La relación entre la profesora y su alumno habrá cambiado. Un circuito de emociones entre ambos se ha iniciado y será muy difícil de detener y cambiar. Si la profesora hubiera elegido otras expresiones, serían otras realidades las que estén en las mentes de ambos.
Con nuestro lenguaje podemos calificar los acontecimientos como buenos o malos, como premios o castigos, de calificar las situaciones como fastidiosas o sencillamente insoportables. Y por supuesto también a las personas, que resultan amables o adulonas, exigentes o insoportables, perfeccionistas u obsesivas, usted escoja el adjetivo y ya su mente se convencerá de esa realidad. Lo que usted dice a los otros tiene un gran poder, el de crear realidades, de armar futuro, y por supuesto de generar interpretaciones sobre nuestra vida, nuestros actos y la de los otros.
Y por supuesto está el lenguaje que usa consigo mismo (porque ud. no se libra), que lo convierte en inteligente o tonto, sensible o débil, valioso o intranscendente, ameno o simplemente ridículo. ¿Quiere mejorar su confianza en sí mismo? Observe su lenguaje consigo mismo. Son sus palabras capaces de generar confianza o inseguridad, orden o caos, problemas o soluciones, amor u odio. Tiene sentido cuidarlas.
Siempre hay una manera mejor de expresar una idea, de calificar una situación, de generar una perspectiva constructiva, de facilitar las cosas. Busque esas mejores formas y generará mejores interpretaciones. Sino cuidamos nuestro lenguaje, las cosas se nos hacen más difíciles y se las hacemos más difíciles al resto.
Las palabras generan emociones
Los seres humanos somos seres representacionales, no necesitamos vivir físicamente las experiencias para sentir su impacto, basta hablar de ellas. Las palabras nos trasportan a las situaciones, incluso podríamos decir que nuestras palabras son nuestras situaciones, nuestras realidades. Nuestro lenguaje es nuestro hábitat. A través de nuestras conversaciones, o diálogos internos con nosotros mismos y con los otros, anticipamos escenarios, construimos realidades, generamos interpretaciones.
Esto activa las emociones. A cada interpretación o construcción usted genera una emoción concordante. Si gritamos ¨Fuego!!!¨ en el cine, surgirán interpretaciones: que hay un peligro real, un alarmista o que un bromista de mal gusto se lanzo con una idea. En cada caso surgirán emociones distintas, dependiendo de la interpretación. Cada interpretación o acto del habla es una construcción representacional que trae una emoción. Las emociones son mecanismos adaptativos que nos predisponen a una acción, surgiendo de interpretaciones y construcciones sobre la realidad que hacemos constantemente. Nuestra realidad está constituida por las palabras, con lo cual nuestra mente debe reaccionar a esa realidad, produciendo emociones que nos llevan a acciones coherentes con ella.
No sólo expresión, también creación
Una idea muy equívoca es suponer que el lenguaje nos sirve para expresar lo que ya sentimos, eso es sólo parcialmente cierto. Las palabras no sólo expresan, sino que generan estados emocionales. Piense en algunos ejemplos: escuche una historia conmovedora, lea un poema romántico, escuche un discurso inspirador, lea un chiste hilarante. En todos estos casos, las construcciones lingüísticas nos generan diferentes emociones, muchas veces inesperadas.
Las palabras, en su mínima potencia elevan o descienden el tono de sus emociones. Si está triste pueden ponerlo más triste, si está alegre, más alegre, si está molesto, unas palabras precisas y lo pondrán más molesto. Y viceversa.
Las palabras también producen emociones donde no había. Si usted se dice a sí mismo que la espera a su pareja este lista para ir a un compromiso es desesperante. Usted no está expresando lo que siente, lo está generando. La palabra en sí, desesperante, aumenta la intensidad a su incomodidad, equiparando la situación a una alarma imperativa, un drama. Usted ha creado una realidad. El resultado de su reacción sería muy diferente si define la misma espera como una demora natural que era de esperarse.
Su lenguaje puede disparar sus emociones o puede moderarlas. Lo que se dice a sí mismo y a su entorno genera estados de alerta, ira, calma, afecto. ¿Cómo quiere sentirse? ¿Qué emociones quiere trasmitir a su entorno? Observe sus palabras. No es el mismo impacto emocional si una profesora le dice a su alumno que su trabajo es malo o mediocre que si le dice que le falta mejorarlo. No es el mismo impacto si le dice a su hijo que es un mentiroso que si le dice que lo que ha afirmado no es verdad. No es el mismo impacto si usted se dice a sí mismo que está jodido que si dice que su situación es frustrante y que ya cambiará. ¿Se siente deprimido, molesto, desanimado, inseguro? ¿Quiere usted cambiar sus emociones? Usted puede cambiar sus emociones si usa las palabras adecuadas, si cambia su lenguaje, lleno de calificativos, sentencias, generalizaciones y opta por un lenguaje más constructivo, descriptivo y amable.
Tome conciencia de su lenguaje
El otro día una paciente aceptó el reto y se grabó a sí misma en sus conversaciones. Antes de la experiencia de la grabación ella no estaba preocupada por su manera de hablar, así que le extrañó mucho la sugerencia de grabarse. Tenía muy buen concepto de sí misma como comunicadora. Apreciaba su ingenio al expresarse, su sentido del humor y pensaba que su lenguaje era adecuado, simpático y ocurrente. Aunque admitía que su lenguaje podía ser algo fuerte en ocasiones, afirmaba que las circunstancias y sobretodo las personas solían merecer sus expresiones. Sin embargo, insistía en que su lenguaje nunca era ofensivo. Creía que su lenguaje jamás faltaba el respeto a otros. Para nada.
Me encantaría colocar la foto de la expresión de sorpresa que aún mostraba tres días después de haberse escuchado en grabación, cuando llegó a sesión. Sus ojos se mantenían muy abiertos, al igual que su mandíbula colgante, mostrando el estupor de una persona que acaba de ver algo así como un ovni. No podía creer todo lo que había dicho, y tampoco cómo lo había dicho. Lo mucho que usaba adjetivos para describir situaciones, su uso intensivo de lisuras para aderezar sus discursos, lo mucho que elevaba la voz, que retaba continuamente al otro, lo mucho que juzgaba, condenaba y se burlaba, aparte del hecho de que interrumpía y no dejaba hablar casi a nadie.
Obviamente seguía usando juicios calificativos cuando dijo que se había dado cuenta por las grabaciones de que era una antipática y pesada. ¨Céntrate en los hechos¨ –le dije- ¨ciertas acciones y comunicaciones tuyas no parecen ser agradables. Son ciertas conductas, no tu entera, no todo tu ser. Simplemente céntrate en modificarlas en lugar de seguir condenándote.¨ Y ese es otro fenómeno del lenguaje, confundir los actos con la persona. Censure los actos, no la esencia de la persona.
Al menos mi paciente aceptó el reto y obtuvo un aprendizaje. Al igual que muchos, sabía, o intuía el poder del lenguaje, pero se había vuelto relativamente ciega y sorda a sus propios lenguajes.
Usted puede asumir la responsabilidad y observar su lenguaje. La mayor parte del tiempo nuestro lenguaje, el público y el privado, está en ¨piloto automático¨, es decir, uno no es necesariamente consciente de él. Observe su lenguaje cuando está con otros y cuando está sólo, consigo mismo, reflexionando o actuando. Especialmente cuando se siente estresado o apurado. Use una grabadora cuando esté con los demás, si lo quiere, o un diario para su dialogo interno.
Observe las reacciones que tiene ante su lenguaje, note qué siente cuando se expresa, ¿se calma? ¿se agita más? ¿respira más tranquilo? ¿se serena o se altera? ¿piensa mejor? ¿toma mejores decisiones? Recuerde que sus emociones dependen mucho de su lenguaje. Note las expresiones gestuales de los que lo escuchan, observe el lenguaje corporal de ellos o pregúntele directamente cuál es el efecto de su expresión. Y escuche con atención. Usted puede mejorar la calidad de su vida y el ambiente que lo rodea.

Cuide su lenguaje y mejore sus emociones e interacciones.

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